La no prescripción farmacológica (Woodford H., 2019) ha ganado interés recientemente, impulsada por una población que envejece y vive con múltiples afecciones a largo plazo. Ante esta realidad, se promueve la necesidad de enfoques no farmacológicos (ya que menos medicación no significa menos cuidado).
Los tratamientos no farmacológicos (TNF) pueden ser eficaces en el tratamiento de diferentes síntomas clínicos y es probable que desempeñen un papel importante en la prevención primaria y secundaria de enfermedades propias de las personas mayores. En general los TNF son bien aceptados, tienen efectos secundarios adversos mínimos y se pueden combinar con otros TNF y con tratamientos farmacológicos (Sietske AM et al, 2020).
Estas intervenciones pueden beneficiar, además, a diferentes perfiles poblacionales, desde personas con trastornos afectivos, o que conviven con deterioro cognitivo o personas mayores sin ningún riesgo de enfermedad. Como tal, los TNF tienen el potencial de tener un impacto significativo en la cognición, el bienestar y la calidad de vida. En este artículo revisaremos algunos de los más significativos.
Uno de los TNF más recurrentes está relacionado con la intervención en las funciones cognitivas. Su objetivo es mejorar y estimular no solamente aspectos relacionados con la memoria y otras funciones mentales, sino también la calidad de vida y el estado de ánimo. De hecho, existe una gran base de evidencia internacional para la estimulación grupal que demuestra un efecto beneficioso significativo (Orrell M, et al, 2014).
Otra área imprescindible de TNF tiene que ver con los tratamientos nutricionales y su objetivo de modificar la ingesta dietética de micronutrientes (vitaminas y minerales) y/o macronutrientes (proteínas, grasas, hidratos de carbono) a través de suplementos específicos o combinados a través de la dieta. A pesar de la evidencia limitada sobre el efecto de los tratamientos nutricionales en los resultados cognitivos y los importantes desafíos metodológicos, los datos son prometedores (Jacoby R, et al., 2012).
El entrenamiento con ejercicio físico es, además, uno de los TNF más consolidados. Basándose en una actividad planificada y/o estructurada que puede ser ejercicio aeróbico, entrenamiento de resistencia, o ejercicio de cuerpo y mente (p. ej., tai chi) tiene la evidencia de obtener un efecto positivo en la cognición global en gente mayor (Zheng G., 2016).
La meditación, la terapia lumínica para la mejora del sueño (Cassidy-Eagle E,2018), la intervención en la comunicación, los tratamientos multisensoriales, la terapia de la reminiscencia y los tratamientos basados en la música se clasifican como TNF que tienen como objetivo abordar múltiples resultados (cognitivos, psicosociales, afectivos, de comunicación y físicos) de manera simultánea.
Algunas investigaciones recientes han encontrado evidencias, concretamente en la musicoterapia, que muestran su eficacia para reducir la agitación, la ansiedad, la depresión y otros síntomas neuropsiquiátricos (Abraha I, et al., 2017).
Otro hallazgo importante tiene que ver con la efectividad de los TNF sobre el dolor crónico. Las personas mayores que usaban intervenciones no farmacológicas y tomaban analgésicos tenían puntajes de comodidad percibida más altos y puntajes de dolor más bajos que aquellos que solo usaban analgésicos (Shropshire M, et al., 2019)
En conclusión, se sugiere como imprescindible el uso de las intervenciones no farmacológicas en general, adaptadas a las experiencias personales y pudiéndose combinar entre ellas según las necesidades, para optimizar la calidad de vida en la persona mayor.
Un artículo de Míriam Sorribas Cateura,
Neuropsicóloga y Coordinadora del Proyecto de Vida (Fundació Vella Terra)